Soy un sacerdote de la  Diócesis de Albacete, que como misionero diocesano, estuve diez años en una Misión Católica en Safané (Burkina Faso) Aquí estuvieron colaborando en el pequeño hospital, que abarcaba un montón de poblados, médicos y enfermeros/as de Castellón y Valencia que dedicaban sus vacaciones para ayudar a los enfermos en esta región. No estaban bajo el paraguas de ninguna ONG, sino que ellos mismos se pagaban todos los gastos que esta obra social llevaba consigo. Los misioneros que allí vivíamos no tenemos palabras para explicar el bien inmenso que estos españoles  hacían  a  aquellos pobres enfermos, donde los medios sanitarios eran tan precarios Allí conocí a una enfermera valenciana,  se llama Dora Soria, que fue varios años. La amistad continúa y como el compromiso de apuntarnos a obras solidarias sigue vivo, ella me informó  de la existencia de esta Biblioteca Solidaria en Valencia.

         A mí me cuesta poco comprender el bien que estos envíos de libros y otros materiales les hace a ellos, cuando una simple bolsa de plástico que nosotros les ofrecíamos para ellos era algo muy valioso, nos podemos imaginar el poder tener libros a su alcance. Aquí para muchos lo de los libros es innecesario, porque tienen otros mil medios para acercarse a lo que quieran ver. Pero en otros lugares no tienen las mismas posibilidades. Además tener un libro en la mano es muy hermoso. Como nos decían antes, tener un buen libro es como tener un buen amigo.  

         En la Parroquia nos encontramos con gentes que poniendo orden en  sus casas quieren desprenderse de libros, y nos los traen aquí  para ver qué podemos hacer nosotros  antes de tirarlos al contenedor. Al conocer la Biblioteca Solidaria ví que este era un cauce muy bueno para dar la mejor salida a estos libros. Con algunos muchachos de la Parroquia fuimos recogiendo libros de todo tipo y   hecha una pequeña clasificación, diccionarios, enciclopedias, libros religiosos, literarios… ect. Cargamos dos furgonetas y nos dirigimos al lugar que Dora Soria no indicó. Así llegamos a Alaquás.

         Allí quedamos sorprendidos al ver esa gran obra llevada a cabo por la Fundación Juan Schenk. Esas inmensas estanterías de libros, clasificados para su correspondiente envío. Esos paquetes ya preparados  con su destino a América o a África.  ¿Te imaginas la alegría de todos aquellos que reciban estos libros y el bien que dicha lectura les puede hacer? Es reconfortante ver ese grupo de voluntarios que echan allí  sus horas para llevar adelante tan hermosa obra.

         No me queda más que dar gracias al Cielo porque hay tanta buena gente que piensa en los demás. Y ver que lo que a nosotros ya no nos sirve, para otros es muy importante. Como decía Jesús en la multiplicación de los panes, que nada se pierda. Eso queremos hacer nosotros. Y desde esta Parroquia nos comprometemos a seguir recogiendo y haciendo más envíos. Y pedimos que esta Biblioteca Solidaria y Misionera siga adelante  haciendo todo el  mayor bien posible.                                                                                                                           

Manuel de Diego Martín